Ghost Posters
Idea original de: Agapito Martínez
Fundamentación teórica: Agapito Martínez, Maribel Rivero
Cur(r)aduría: Agapito Martínez, Eduardo Marín, Maribel Rivero.
Realizado gracias a su inclusión en el proyecto PERRO, patrocinado por HIVOS, de la galería cubana Espacio Aglutinador, que dirige Sandra Ceballos.
Las imágenes de un filme contienen lo que es “visible” para los contemporáneos o lo que, hasta entonces “invisible”, está haciéndose visible.
Pierre Sorlin
La utopía que es cada película nace de un relato y de la representación mental que de éste se hace el creador. Es un fantasma que se instala allí donde el acontecimiento por venir está ausente y que antes de tomar vida definitivamente en el celuloide se corporeiza en el cartel, el cual se erige como el primer plano que se ve del filme.
Al cartel de cine cubano, al que se le reconoce una revolución en cuanto a los patrones formales y conceptuales imperantes en la segunda mitad del pasado siglo, ha sido objeto de análisis teóricos e historiográficos que lo ubican como uno de los paradigmas de la cartelística mundial. Con esta puesta en escena ofrecemos un homenaje a los autores de la industria del cine cubano, a los artistas y diseñadores que alrededor de ella desarrollaron su obra gráfica, y que sentaron las bases sobre las que avanza la más reciente generación de creadores.
Palabras del catálogo
La carreta, los bueyes….
La mitología, en tanto que conciencia ilusoria,
puede arrasar con todo y erigirse ella en el
centro de un mundo despojado de toda realidad. En el centro de un desierto solamente poblado por figuras imaginarias, por fantasmas, que han de desvanecerse apenas el espectador sea obligado a enfrentarse de nuevo con la realidad, es decir, a dejar de ser espectador.
(Tomás G. Alea, “Dialéctica del espectador”)
Las imágenes de un filme contienen lo que es “visible” para los contemporáneos o lo que, hasta entonces “invisible”, está haciéndose visible.
Pierre Sorlin
La utopía que es cada película nace de un relato y de la representación mental que de éste se hace el creador. Es un fantasma que se hospeda justo allí donde el acontecimiento por venir está ausente y que antes de animarse definitivamente en el celuloide se corporeiza en el cartel, que se convierte así en el primer plano que vemos de un filme.
Un cartel es siempre un llamado a la acción y específicamente el cartel de cine tiene como referente material una película terminada, suele ser una invitación a que en cualquier asiento de la cámara oscura nos alquilemos para soñar. Por su parte, el cartel de cine cubano, al que se le reconoce una revolución en cuanto a los patrones formales y conceptuales imperantes en la segunda mitad del pasado siglo, ha sido objeto de análisis teóricos e historiográficos que lo ubican como uno de los paradigmas de la cartelística mundial.
Vivimos orgullosos de nuestro cine, porque se afinca en la creatividad, en la imaginación y la persistencia de la identidad, más que en la usura de cuotas de mercado. Su historia está hilada en base a obras de auténtica espiritualidad. Y es precisamente esa manifiesta pasión lo que detona esta muestra de carteles con esta diseminación de símbolos, pretendiendo ofrecer un homenaje a los autores de la industria del cine cubano, a los artistas y diseñadores que alrededor de ella desarrollaron su obra gráfica, pero desde la butaca del espectador; espacio este no exento de ansiedad, desasosiego y pena, aunque la comodidad con que se le asocia, haga parecer lo contrario. Detrás de estos carteles con su variedad de ideas y estilos, hay una hipótesis. En tanto arriba el filme: sírvase usted mismo.
Los creadores visuales que han concebido estas imágenes han disfrutado de una libertad de concepción sin precedentes en el medio. Los límites fueron los de la comunicación de una idea, por esta vez bajo su entera responsabilidad. Aunque parezcan no estar comprometidos con el hecho cinematográfico - ¡craso error!- lo están porque lo reclaman desde el vacío, desde la nada temporal. Son la muestra de un talento productivo, y también de una capacidad reproductiva, representan el ansia de hacer cine, de llevar a la pantalla disímiles historias; juego, provocación - dice Perugorría - revelación, especulación, reconstrucción, afán de hinchar el patrimonio imaginario colectivo.
Si el mapa (se) anticipa al territorio, entonces este deseo de hacer carteles quiere ser el preludio de hacer (y ver) filmes; pensemos que lo invisible dejará de serlo algún día, y que ese alumbramiento será algún día suceso cierto ante nuestros ojos.
Ven y mira.
Fin